Leo en una entrevista a Fernando Cuadri publicada en Mundotoro:
¿Cuántas varas cree que necesita un toro para demostrar su bravura?
Según mi criterio, debería ir tres veces al caballo. La primera no sabe a lo que va, debe ser desde cerquita para que se entere de lo que hay, la segunda a su distancia que empiece a demostrar lo que lleva dentro y la tercera es donde se ve realmente la bravura del toro. Lo mismo ocurre con las becerras que hasta el cuarto puyazo no se ve lo que son, incluso algunas te engañan y canta la gallina a partir del quinto o sexto. El inconveniente más que en el tamaño de la puya lo veo en la duración de los puyazos. Hoy en día el tercio de varas como el de banderillas son trámites, van a pegarle a los toros para que sangren. Hay puyazos que son larguísimos y el tiempo que tardan en uno si lo repartieran en tres sería lo ideal. También los capotazos entre los puyazos son un inconveniente, hay que hacerle al toro una lidia buena, sacarlo del caballo y volverlo a colocar con pocos capotazos, sin que se entere mucho y sin darle mantazos porque, sobre todo en las ganaderías encastadas, cuantos más capotazos menos muletazos, y el toro se orienta. Para mí lo ideal sería tres puyazos cortitos. Un ejemplo de esto sería nuestro cuarto toro en Zaragoza, que le dieron el premio. Este toro tuvo la suerte de que lo lidió Javier Castaño y lo hizo perfectamente tanto en el primer como en el segundo tercio. Lo puso de largo, el toro respondió y le pegó dos puyazos más pero con muy pocos capotazos y muy bien colocado. Al igual que en el tercio de banderillas, un tercio extraordinario sin apenas capotazos. Esto es para mí un modelo de lo que debe ser la lidia.
Foto:Antonio Mechó
El piquero es PLACIDO SANDOVAL, mi suegro.
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