SERGIO TAPIA HELFER
“Oye Sergio, viste al torero que salió huyendo del toro y se retiró en plena plaza, ja ja”, me dijo un amigo, que no es un asiduo taurino. Y yo sorprendido empecé a pensar sobre este mexicano nacido en Querétaro Cristian Hernández. Novillero desde muy joven y que saltó del anonimato a la fama, por una circunstancia nada felíz para un matador de toros. Salió corriendo, le encerraron sus dos novillos y finalmente terminó en la comisaría.
No quiero ponerme ni del lado morboso de la prensa que resalta que un novillero salió huyendo de un toro, pues no es ni el primero ni será el último. Hace poco en Madrid también ocurrió. Y además que muchos medios no taurinos informan estas cosas por su conveniencia amarillenta y no con fines de difundir la fiesta. Tampoco quiero dar pie a comentarios fuera de lugar como los antitaurinos que lo felicitan.
Sin embargo averiguando un poco sobre él, tengo que decir que no era un niño que andaba jugando, que por primera vez se presentaba en una plaza, ante un animal de este tipo. Ya tenía algunos años en tema, tratando de sobresalir. Por ello sin dejar de reconocer que como matador tuvo una falta importante, y no fue la de huir, eso es una reacción humana normal, o que se creen que los toreros son extraterrestres. Su falta fue el no sobreponerse al miedo, caer en el pánico y ni siquiera poder cumplir con su cometido de matar a los toros ese día.
Pues bien, este Cristian Hernández, ha tenido algo bueno y que sin apasionamientos se le debe rescatar. Y es el valor de reconocer que no sirve para esto. Se arrancó la coleta y dijo no vuelvo más, “esto no es para mi”. Lo dijo en el momento justo cuando aun era novillero. Cuando aun no era matador. Hace falta huevos para reconocer los errores y las faltas y más en público, eso es de hombres, y pocas veces visto. El huir ante un toro pues no es de maricas, tal vez solo falta de recursos, o preso de momentos psicológicos circunstanciales, o que se yo.
Creo que este mexicano dio una lección para muchos que están empezando, incluso otros que ya son matadores que no tienen el suficiente valor y sinceridad ante ellos mismos de reconocer que ya no son para esto. Por falta de valor o por falta de arte. Porque para torear hay que tener ambas cosas, sino se convierte en una estafa al público.
Y esta apreciación es muy personal, ni siquiera es algo que hemos comentado en la Peña. Pues entiendo que es como el enamorarse, y casarse. Pues la época de preparación para el matrimonio es el enamoramiento y el noviazgo y luego de un tiempo uno está listo. Y algo así es con los toros, uno se enamora de aficionado, se hace novio de novillero y luego se casa con su profesión (matador). Y como es normal, los noviazgos a veces se rompen. Ahí radica el valor de este joven, que públicamente reconoció que no era su camino.
Por ello creo que esta circunstancia de Hernández nos hace reflexionar la importancia de ser aficionado, enamorarse perdidamente de este mundos de los toros que es tan bello. Luego el hacerse novillero es dar un paso al compromiso previo, y prepararse a conciencia sobre lo que es la profesión. Finalmente si uno está preparado para ello pues dar el paso final y ser matador de toros. Y no andar de payaso o de estafador solo por ganar unos cuantos billetes, reconocimiento social, o quien sabe que.
El concepto que vierten es interesante, bajo esa optica no solo algunos toreros sino la mayoria de periodistas taurinos deberian de divorciarlos o denunciarlos por poligamos (especialmente por su pasión a la mermelada)
ResponderEliminarEl chofre del Rímac
En lo que mencionas a los maricas,en la prensa los vislumbras,son los "istas".
ResponderEliminarSe sueltan la trenza por los toreros pegapases.
Un sinuoso comentario.