Joselito el Gallo (VII) Suspiro limeño (2ª parte)
Álbum gráfico del toreo de Joselito en LimaJoselito descansando en su casa de Lima. Vestido también de gentlemen (para no ser menos que Belmonte)
Las imágenes de Joselito toreando en Lima, a fuer de escasas, no han tenido demasiada difusión. Por ello me ha parecido interesante insertar una recopilación de todas las que he podido localizar.
Se trata de un Joselito en su madurez pero que se enfrenta a un público nuevo para él. Público que, además, ha conocido antes a Juan Belmonte. Torear en Lima supuso para José un nuevo reto en su exitosa carrera. Reto que, como en el venía siendo habitual, superó con matrícula de honor. Y eso que el ganado no estuvo a la altura de los deseado. De hecho, no se pudieron programar más corridas por falta de reses adecuadas.
Sin embargo, el público limeño de entonces (en actitud que le honra) supo valorar al torero con independencia de las reses lidiadas. O, mejor dicho, en función de las reses lidiadas.
En cualquier caso y a la vista de las fotografías Joselito destaca, como siempre, por la variedad de su repertorio y por su apostura en la cara del toro ante el que nunca se descomponía.
Óleo de Ruano Llopis que se encuentra en el Museo Taurino de la plaza de Acho. Joselito preparado para el paseíllo, detrás se distingue claramente a Blanquet.
Una verónica de José con la mano de salida alta (como se estilaba entonces) pero cargando mucho la suerte y con el compás bastante abierto. Mandando en la embestida con el cuerpo en giro de cintura. Hoy se torea con el compás más cerrado.
El remate de capote a una mano. La figura del torero (muy erguido) denota mucha tranquilidad. Sin embargo, José no pierde de vista la cara del toro.
El farol en el remate de un quite. Variedad del toreo de capa. En este caso, más quiebro que lance, el torero ha esquivado una embestida incierta.
Magnífico par de banderillas. Joselito (gran banderillero) clava reuniendo las manos y con el pitón derecho del toro apuntando los muslos del torero.
Inicio de faena de muleta. Joselito da un sensacional pase por alto de rodillas. La belleza del toreo por alto, poco reconocido y valorado hoy día.
Ahormando la cabeza del toro en un magnífico pase de muleta marca de la casa. El kikiriquí. Con esta foto se desvela la respuesta correcta del test gallista nº 2 que se planteó en una anterior entrada de esta serie. El kikiriquí es un ayudado por alto donde las dos manos (la de la muleta y la del estoque) van juntas en el pase, pero con los codos muy altos y separados del cuerpo.
El toreo al natural. La muleta va muy alta y horizontal pero el torero está muy cruzado, mandando mucho en la embestida del toro. Un pase por arriba (que no por alto) sorprendentemente de mucho castigo, que rompe al toro
José se adorna en el remate de un pase de muleta, cogiendo el pitón del toro. El adorno intercalado durante la faena de muleta aparece aquí como muestra de conocimiento y dominio pero no sustituye al toreo fundamental.
Esta es la fotografía más conocida de José en Lima pues se incluyó en el tomo III del Cossío. Monumento del toreo al natural. José torea muy erguida la planta y muy metido en los terrenos del toro que (se trata casi con total seguridad de Rico-rico, berrendo en negro de la ganadería del Olivar, lidiado el 4 de enero) se destronca en el intento de seguir la muleta. Destaca el inmenso poderío del torero. Sobre esta faena, la crítica reconocía que “José sentó cátedra de torero artístico, inmenso e inimitable” Los naturales se calificaron como “lo mejor de lo mejor”. El Tío Cencerro escribió (en “La Prensa”) estos versos : “Esto ya es piramidal/¡Descubrirse los toreros!/¡Señores!!Echad sombreros!/¡Cachimbos!¡La marcha real!”.
Otro pase por alto. Esta vez se trata de un pase de pecho. Un verdadero pase de pecho pues el pitón pasa delante del pecho del torero. De un torero, José, muy erguido que resopla ante la poca fijeza de la embestida de un toro que se desentiende de la muleta y le busca como el que se deja algo atrás. Por cierto, un toro muy astifino y bien puesto de pitones.
La faena está finalizada. El toro se acobarda y se entrega. Joselito se arrodilla en la cara ante los mismos pitones de la res.
Joselito se desplanta de espaldas al toro. Fotografía de la portada del número 1.195 de la revista Sol y Sombra (marzo de 1920).
El triunfo. (Esta fotografía – que está en el Museo de la Plaza de Toros de Acho, nos la facilita el gran aficionado limeño Pocho Paccini Bustos, cuyo interesante blog El desjarrete de Acho, recomiendo). Apoteosis en la vuelta al ruedo con el ganadero del Olivar don Celso Vázquez. Era la última corrida oficial de José en Lima (8 de febrero) que toreó ese día en solitario. Sin embargo, todavía actuaría un día más y a beneficio de la Aviación peruana con toros de una ganadería mexicana. Fue el día 12, víspera de su regreso a España. José alternó con Flores y Cachucha matando cada uno un toro.
El Regreso. Ya puestos ¿porqué no torear en Montevideo?Traje de luces que Joselito llevaba ese día de su última corrida en Lima (Esta traje también se encuentra en el Museo Taurino de la Plaza limeña y también nos la facilita Jorge)
Joselito emprendió el regreso el día 13 de febrero, en dirección a Valparaíso, desde donde cruzó los Andes en tren, llegando a Buenos Aires el 23. Allí permaneció varios días y después marchó a Montevideo.
En Montevideo tuvo lugar una de las anécdotas más curiosas de la aventura americana de Gallito.Joselito cruzó los Andes en el ferrocarril trasandino que le llevó de Chile a la ciudad de Mendoza en Argentina. La línea se había inaugurado en 1910 y se electrificó el año 27.
José había declinado la invitación a comer que le hicieron los miembros del Club Guerrita de esta ciudad (en su lugar envió a su cuadrilla) por tener un compromiso previo. Sin embargo, durante el almuerzo los socios del club organizaron sobre la marcha una fiesta en una placita a las afueras de la ciudad. Fiesta a la que invitaron a Joselito, el cual aceptó asistir sin necesidad de que nadie le insistiera mucho.
Vista de la placita de Montevideo, donde los socios del Club Guerrita celebraron la improvisada fiesta a la que asistió Gallito, el día de la actuación de este torero.
Además de José torearon un aficionado práctico de Montevideo (Un “sportman” dicen algunas biografías llamado –según Gori Muñoz- J. A. Magariños) al que José dio la “alternativa” y el novillero Gabriel Hernández “Posadero” amigo de Joselito.Este es Gabriel Hernández “Posadero” quien alternó con José en Montevideo (Fotografía publicada en la Lidia el 14 de agosto de 1916) y quien en Lima había actuado como banderillero profesión que haría suya poco tiempo después enrolado en la cuadrilla de Gaona.
Esta foto de Joselito toreando en Montevideo la publicó la revista argentina “Caras y Caretas” en junio de 1920 con motivo de la muerte de Gallito. José viste camisa blanca y tirantes pues venía de un almuerzo con sus amigos Florentino Sotomayor y Rafael Linaje y no tenía previsión alguna de torear en ese día. Sin embargo, no dudó en aceptar la invitación que le hicieron los socios del Club Guerrita.
La revista Sol y Sombra en su número 1.198 del 15 de marzo de 1920, se hizo eco inmediatamente del histórico festejo celebrado en Montevideo transcribiendo la noticia publicada en el diario “El País” de Uruguay Joselito desafiaba la prohibición que sobre el toreo pesaba en aquel país.
Llegada a EspañaBarco en el Puerto de Montevideo en las primeras décadas del siglo XX. Desde aquí partió Gallito para España.
Secuencia de la llegada. (1) José en la borda sonriente ante el gentío que le esperaba. (2) La comitiva de recepción encabezada por el crítico Don Pío desciende la escalerilla del Infanta Isabel. (3) La muchedumbre que le esperaba en el muelle gaditano. (4) Fueron a recibirle numerosos amigos, aficionados, compañeros y periodistas como Menchero, Ucelayeta, Urquijo, Pineda, Belluga, Soto, Jacobo Megías, Don Pío, Don Justo, Don Criterio, Ignacio Sánchez Megías, Paco Madrid y Manolo Martín Vázquez, entre otros. Con algunos de ellos se fotografiaba un emocionado Joselito.
Balance de un viaje y reflexión finalJoselito con Alfredo Lama, uno de los buenos amigos que hizo en Perú.
Para Joselito el viaje a Lima toda una aventura, supuso un paréntesis en su situación personal muy compleja desde la muerte de su madre y la negativa del padre de su querida Guadalupe, a lo que habría que añadir las duras críticas de Gregorio Corrochano, el periodista de mayor prestigio entonces, desde su tribuna en ABC.Las imágenes de Joselito en Lima y durante todo el viaje, lo muestran –sin embargo- siempre sonriente y atento a lo que le rodea. Es un José que parece despreocuparse de sus problemas como si estos se hubiesen quedado en España. Problemas que volvería a encontrar a su vuelta y que intentaría resolver el torero por todos los medios, aunque sin conseguirlo.
Pero no sólo en lo personal, sino también en lo profesional, el viaje a Lima tuvo una significación especial para Joselito. Y es que José llegó a aquellas tierras después de Juan Belmonte. Después de que en ellas hubiese triunfado el toreo de Juan Belmonte.Un sonriente Joselito el día de su primer paseíllo en Lima. (Detalle de la foto que publicábamos en la anterior entrada).
Para Joselito, conceptuado como el último torero del “antiguo régimen”, el reto limeño (y a él le atraían sobremanera los retos) le fascinaba. Joselito llegó a Lima empeñado en demostrar su superioridad como torero, sin importarle la actitud preconcebida de parte del público ni la mala calidad del ganado a lidiar.Belmonte en Lima, en un pase por alto. Aunque la estética del pase de pecho de Juan sea muy distinta al de Joselito (ver foto del pase de pecho de José insertada más arriba), la técnica es la misma.
En su fuero interno José estaba dispuesto a triunfar a costa de lo que fuese y lo consiguió. Tanto que los limeños se hacían la boca agua pensando en una posible próxima temporada con José y Juan encabezando los carteles de la, ya entonces, centenaria Plaza de Acho. Algo que las trágicas circunstancias posteriores impedirían.
Para nosotros queda (pasado el tiempo) otra posible lectura de lo acaecido y un motivo de reflexión. ¿Cómo se explica cabalmente el triunfo de José en Lima si, como se nos ha repetido hasta la saciedad, su toreo estaba ya caduco frente al nuevo modo impuesto por Juan Belmonte, ídolo –además- de los limeños, quienes lo vieron torear antes que a José?Joselito en Lima. Pendiente de la lidia de su toro y dispuesto a triunfar
¿No será que el concepto torero de Joselito no era –en el fondo- tan “antiguo” como siempre se nos ha pretendido hacer pensar?
Interesante cuestión en cuya solución puede que se encuentren algunas de las claves -no resueltas- del toreo actual. El hilo del toreo, que diría Pepe Alameda. Tendremos pues que volver –más adelante- sobre el interrogante planteado.
Joselito “chauffeur” en Valencia. Curiosa imagen para tratarse de un personaje de mentalidad tan antigua, según han dicho los historiadores del toreo.
José Morente, autor del excelente blog La Razón Incorpórea es un grán aficionado al que tenemos el gusto de conocer. Gallista hasta el tuétano como él mismo se denomina.
ResponderEliminarOjalá se dé la oportunidad de reunirnos con los amigos de la Peña del Tendido 10 de Acho,cuando nuevamente visite Lima.
POCHO PACCINI BUSTOS