FIESTA EN PELIGRO

JORGE PACCINI BUSTOS

Reflexionemos con las palabras del escritor taurino Gregorio Corrochano, que en su libro póstumo Teoría de las corridas de toros escribió: “Las corridas de toros son o no son. Mantenerlas con vilipendio es mil veces peor que suprimirlas (...Lo peor sería que se nos fueran de las manos por no saber las llevar, por no mantener la verdad; esto sí iría contra usted, ganadero, contra usted, empresario, contra usted, torero y contra usted, aficionado, nieto de aquellos que empeñaban la capa para ir a los toros...”

“La fiesta en peligro”, “se quieren prohibir la corridas en Barcelona”, los anti taurinos salen a las calles o se infiltran en los cosos taurinos”, como ya sucedió en Acho en una oportunidad, “defendamos la fiesta de los toros”, “todos a una como en Fuenteovejuna unidos para mantener nuestras tradiciones ancestrales”. Estas expresiones y otras incluso más recalcitrantes se han oído y se escuchan en los últimos tiempos como gritos amenazadores que hacen presagiar, a lo Nostradamus, el final de los tiempos de la TAUROMAQUIA (el arte de LIDIAR toros bravos).
El momento que se vive tanto en España como en el resto del Orbe Taurino, en relación a la abolición de la fiesta de los toros o la imposición gradual de barreras fiscales que se trasladan al público consumidor que finalmente es el aficionado, está lleno de confusión y ya se sabe que “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Conviene recordar cómo voces de profesionales y cabales aficionados entre los que encontramos a Joaquín Vidal Vizcarro, Alfonso Navalon Grande, venían alertando ante estos ataques que hoy, envueltos en el celofán de la “defensa de la vida de los animales”, muestran posiciones esnobistas o en el peor de los casos claros intereses políticos, que se ejemplifican en Barcelona cuando se quiere suprimir las corridas de toros. En la realidad nacional peruana por ejemplo no se encuentra otra explicación al hecho de haber sancionado mediante Ley del Congreso de la República, que el espectáculo taurino debe ser gravado con el Impuesto General a las Ventas.

La controversia, respecto a la abolición de las corridas de toros, siempre ha acompañado a la fiesta taurina a lo largo de su historia, saliendo airosa cuando lograba mantener intacta su pureza y sinceridad, es decir: el toro encastado e íntegro, el torero sin trampas ni ventajas y la presencia en la plaza de una afición exigente y conocedora dela lidia. La adaptación de las corridas a los nuevos tiempos, tan proclamada hoy como su única vía de supervivencia, no está en aliviarla del riesgo, sino en mantener su esencia, sostenida en la emoción y la autenticidad; creemos firmemente que si hay algún camino para su defensa, ese es el único posible y legítimo. Como diría García Lorca, la fiesta de los toros se defiende con sus propios fundamentos. Los falsos aficionados y profesionales que viven de la fiesta de los toros, es decir los TRINCONES, que se hacen de los de la vista gorda ante la institucionalización del fraude en todos sus niveles, culpan como cómplices del abolicionismo o “reventadores” a los que realmente hace buen tiempo vienen denunciando (ejemplo de ello la AFICION de la Peña Taurina del Tendido 10 de la Plaza de Acho) su mediocridad, la estafa y vulgaridad de la fiesta actual, alertando de tanta superficialidad y pérdida de valores, alertando que un buen día acabarán con “la gallina de los huevos de oro”, pues eso ha sido y es la fiesta taurina en los últimos tiempos. Es curioso, ahora a los aficionados nos piden unión, empujar todos en la misma dirección (la pregunta es cuál dirección la del fraude o la integridad?), no protestar que estamos ante los mejores toreros de la historia, se torea mejor que nunca, nada de exigir ganaderías con casta, ¿para qué? el toreo moderno necesita toritos salidos de factorías de un mono encaste aborregado, hechos a medida de las pretendidas figuras de “oropel” triunfalistas del momento, si no la gente no va a las plazas, se acaba el negocio! .Será su sucio negocio, no el nuestro.

Pues bien, desde esa trinchera no defenderemos la fiesta. Traicionaría su historia y su verdad. El toreo, la lidia del toro, tienen unas normas que son de ayer y de hoy y que regirán mientras haya corridas de toros. Cuando las normas dejen de serlo en beneficio de toreros, ganaderos y empresarios, las corridas dejarán de ser corridas de toros. Lo que nos lleva a concluir rotundamente, que nada tiene importancia si no hay toro integro.