Peña Taurina Tendido 10

miércoles, 9 de marzo de 2011

LOS ERRORES DE CHOPERA: POR ALFONSO NAVALON

POR: ALFONSO NAVALON

Fue cesado por exigencias del público. Al volver de Méjico repaso las crónicas atrasadas y en una de ellas contemplo con asombro que al juzgar a los empresarios de la plaza de Madrid se proclama que Manolo Chopera "cuando abandonó su cargo lo hizo con críticas hacia su labor por su carácter autoritario. Pero dice que mucho tiempo después se le ha reconocido como el mejor gestor de Madrid"... Asómbrame tamaña osadía. Para empezar, a Manolo Chopera lo echaron de la plaza de Madrid los mismos que lo habían llevado al cargo confiando en una capacidad organizadora que fracasó a la hora de poner en práctica sus promesas y dio un saldo tan negativo que sus mismos patrocinadores tuvieron que darle el cese para echarse en manos de los hermanos Lozano, que por entonces tenían muy mala prensa y no habían gestionado ninguna plaza ni organizado ninguna feria de primera categoría. Eran simplemente los apoderados de Palomo Linares y los protagonistas de numerosos escándalos por la presentación de las corridas elegidas para 'cuidar' a su torero. No olvidemos que uno de los sucesos más sonados tuvo como criticadísimos protagonistas a los hermanos Lozano cuando quisieron burlar a la Autoridad de La Maestranza agolpando en los corrales de Sevilla corridas indignas de la plaza hasta que el gobernador civil, Utrera Molina, decidió suspender la corrida como escarmiento a la audacia de los Lozano.

Casi sin precedentes en la historia de la famosa feria. Muy mal tuvo que hacerlo Manolo Chopera para que después de su aureola de formalidad y prestigio tuviera que despedirlo la Comunidad de Madrid y correr el riesgo de darle la plaza a unos empresarios cuyos trapicheos eran del dominio público y tenían en contra la cerrada repulsa de la afición de Madrid.

Muy mal debió hacerlo Chopera para que al cabo de pocos años los Lozano doblaran la capacidad del abono y se mantuvieran en el cargo muchos más años que Chopera. Y como da la casualidad que yo sí fui testigo de la labor de los unos y del otro, puedo dar fe de lo nefasta que fue la gestión de Manolo Chopera y los numerosos motivos que obligaron al público de Madrid a manifestar su rechazo y provocar el cese. Vayamos por partes:

Chopera introdujo en Las Ventas el toro bastote, grandón y pasado de peso, sobre todo en las corridas fuera de abono, donde si triunfaba algún torero modesto lo repetía con otra corrida desesperada para cortarle en seco los vuelos. Pagaba poco y contrataba a los toreros con la advertencia de que si se pasaban de exigencias les cerraría las puertas de las numerosas plazas y ferias que regentaba fuera de Madrid. Los contrataba en bloque para un abultado número de corridas y los apoderados ya sabían que en Madrid no podían pedir el dinero que lógicamente deberían exigir con la plaza llena, la televisión y el abono vendido. No hace muchos años que le dio un sonado escarmiento a Juan Mora, dejándolo varias temporadas fuera de circulación. Como es sabido, el año que resultó Mora triunfador absoluto de la feria de Bilbao, al organizar los carteles del año siguiente y siendo Chopera el apoderado del torero, éste se atrevió a pedirle que únicamente lo incluyera una tarde en una de las corridas comerciales de un cartel de figuras. Y la otra corrida como él quisiera. Mora no habló de dinero ni de exigencias cuando merecía buen trato al ser el triunfador de la feria. La respuesta de Chopera fue despótica: "Te voy a quitar de la feria de Bilbao y de todas mis plazas". Y lo dejó en el paro. No toreó en ninguna de las muchas ferias que organiza en agosto y septiembre, y de ser un torero de buen cartel se quedó en el paro más absoluto porque otros empresarios de menos fuerza que el vasco se negaron a contratarlo, incluso en ferias modestas, por miedo a las posibles represalias de Chopera.

Juan Mora, como un torero puntero, pasó al calvario de varias temporadas desterrado a las ferias de pueblo, sin gloria y sin dinero. La rampa de los picadores Éste es un caso muy sonado del que seguramente deberían tener noticia estos cronistas nuevos antes de proclamarlo como el mejor empresario que ha tenido la plaza de Madrid, donde, entre otros, cometió los siguientes atropellos: Disolver la contestataría andanada del ocho; frenar a los pañuelos verdes del siete; acabar con la oposición del tendido alto del cuatro; lograr en una campaña orquestada por Zabala desde 'ABC' que los caballos de picar en vez de salir por la puerta reglamentaria lo hicieran por la que está entre el siete y el ocho, justamente encima de donde se hace la suerte, de este modo al presentarse los caballos de improviso no le daba tiempo al público a juzgar la invalidez de algunos toros ni a organizar la protesta para obligar a devolverlo. Cuando el público quería reaccionar ya habían cambiado el toro a banderillas y se lo tenían que tragar. Así, con la colaboración de Zabala, se colaron muchos toros que de haber tenido tiempo el público para verlos mientras los picadores recorrían la mitad del ruedo hasta llegar al tercio de picar, hubieran declarado su cojera y hubieran sido devueltos al corral. Si estos nuevos cronistas se toman la molestia de repasar los carteles de San Isidro organizados por Chopera, comprobarán que apenas había ninguno rematado con tres figuras y una ganadería de éxito. Chopera tenía por norma separar a los toreros de altos honorarios y cerrar los carteles con una figura, uno de renombre pero de mediano dinero y un tercero de relleno sin ninguna exigencia.

Los sábados y domingos metía las llamadas corridas duras con tres toreros modestos de escaso presupuesto. Sólo sabían lo que ganaban cuando el empresario tenía a bien liquidarles. El desprecio a Antoñete Pero el caso más sangrante de todos fue el de Antoñete, el torero de mayor cartel en Madrid y un caso sólo comparable al de Curro Romero en Sevilla. Como es sabido, Curro era el que más cobraba en La Maestranza y elegía las fechas, las ganaderías y los compañeros de cartel antes que nadie. Era el amo y señor de la feria.

Sabedor Chopera de la fuerza que tenía el del mechón, se apresuró a apoderarlo y así Antoñete no podía pedir más que nadie en Las Ventas. Lo contrataba globalmente para todas sus plazas y toda la temporada y le ponía una media por corrida. De tal forma que compensaba el dinero de Madrid, con el de Almería, Salamanca o Logroño. Hay un hecho doloroso que define la indefensión del torero. Cuando le organizó la despedida, en vez de elegirle los toros a la medida para su lucimiento, como haría poco después Sevilla con Manolo Vázquez brindándole una despedida apoteósica, Chopera lo echó a los leones con seis toros (varios sobreros) destartalados y sin la debida garantía de embestir ni por hechuras ni por encaste. Salieron dos mulos de una vacada absolutamente desconocida y que después ha desaparecido, un tal Alarcón.

Chopera dijo que eran de total garantía porque procedían de Núñez, pero a la hora de la verdad Antoñete fue incapaz de meter a ninguno en la muleta. Ni una sola vuelta al ruedo. Ni una faena decorosa. El público y Antoñete estaban desolados. Al final de la corrida, sin haber podido ligar media docena de pases lucidos en toda la tarde, el público de Madrid lo sacó en hombros en medio de una clamorosa ovación mientras Antoñete iba llorando por su amargo final. Fue la reacción contra Chopera. Tienta en El Berrocal Pero hay más. El año anterior, después del tentadero que suelo hacer en El Berrocal a primeros de noviembre, actuaron en 'El Berrocal' Antoñete y Curro Vázquez. Después de cenar organizamos una fiesta sonada en la discoteca del hotel Conde Rodrigo. Todo el mundo alegre. Antoñete no participó en la fiesta. Estaba triste, en un rincón de la barra, fumando y bebiendo güisqui sin parar. A su lado, Curro Vázquez trataba de alegrarlo.

Antoñete nos confesó que dentro de dos días se iba para empezar la gira de América y que todavía no sabía lo que había ganado esa temporada. Había toreado seis tardes en Madrid, "pero Manolo Chopera todavía no me ha liquidado. Me ha dado anticipos para gastos y pagar la cuadrilla. Pero a estas alturas todavía no sé lo que me va a pagar". Justo es decir que no se tiene noticia de que Chopera le deba dinero a nadie. Paga seriamente. Pero lo que le conviene y le da la gana. Normalmente los apoderados acompañan a los toreros a las corridas y si son figuras tienen a un encargado de seleccionar y 'maquillar' las corridas en el campo. Chopera no viaja con sus toreros.

Tampoco manda a nadie a 'verle' las corridas. Va su representante a escoger la corrida que debe ir a Salamanca o a Logroño o a Bilbao, pero no va la corrida que le conviene a este o a otro torero. Los toreros de Chopera no tienen derecho a escoger y revisar sus corridas. Juan Mora intentó una petición justa y lo mandó a la calle. Es evidente que en sus buenos tiempos Manolo Chopera fue el menos malo de muchos empresarios. Pero siempre barriendo hacia casa. Ahora un sector está haciendo campaña para quitarle la plaza a los Lozano y dársela a Chopera. Ahora que está bastante enfermo y prácticamente ha delegado todo en sus hijos Pablo y Óscar. Dos recién llegados que han hecho bueno al padre. Ninguno de los dos tiene consistencia para dirigir una plaza de tanta responsabilidad. Pero los zascandiles ya andan echando el anzuelo. De todas formas, si alguien se atreve todavía a decir que Manolo Chopera fue el mejor empresario de Madrid le ruego que repase la historia y compruebe los hechos desdichados que avalaron su mala gestión. Si no hubiera sido por el enchufillo de Canal Plus, un pedazo de torero como Antoñete, ídolo indiscutible de Madrid, estaría en la indigencia. Que le pregunten al del 'mechón' si Chopera fue buen empresario y buen apoderado. Aunque seguramente a estas alturas ya no se atreva a contar lo que nos dijo aquella madrugada en Ciudad Rodrigo.

Para los que no conocen la trayectoria del 'gran' empresario les recuerdo dos desastres históricos que fueron organizados por el que tratan de ensalzar.

La despedida de Paco Camino en Méjico, donde le adoraban, fue un desastre apoteósico a cuenta del vasco. La famosa corrida de Mundovisión celebrada en Marbella en un mano a mano Camino y Manolo Martínez fue otro desastre incalificable. Y ahora que nadie venga con cuentos porque muchos como yo hemos sido testigos directos de los errores de Chopera.


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La saga familiar fue iniciada por el abuelo de José Antonio, Severino Martínez, propietario de una cuadra de caballos, que se estrenó como organizador de espectáculos en el San Fermín Chico de Pamplona. Don Severino tuvo tres hijos, Pablo (padre de Manuel y Jesús Martínez Flamarique), Manuel (padre de José Antonio y Javier Martínez Uranga) y Antonio Martínez Elizondo. Los hermanos comenzaron su actividad conjunta en 1935, en la empresa Martínez Elizondo o Casa Chopera, como fue y es internacionalmente conocida esta familia de empresarios, apoderados y ganaderos.

3 comentarios:

  1. Cuanta falta le hace a los aficionados,críticos de la talla de Alfonso Navalón Grande.
    Porque cumplía a cabalidad en orientar al aficionado y defender la autenticidad de la fiesta.
    Bien por ustedes y el artículo.

    E.A.V.

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  2. Que bueno oiga leer esto. Por que uno no enitende como los actuales Txoperas son tan inutiles,pero despues de leido esto,este menda lo ve muy claro. un saludo señor Potxo Matxini.
    Kaparra

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  3. En Acho estuvo involucrado,cuándo tuvo la plaza en el drogado de los toros.Hicieron la denuncia correspondiente y todo terminó en agua de borrajas.Lucas Borja fue él que hizo el destape.
    Fue en la epóca del ínclito Manuel Benítez Pérez.

    Le Romo.

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