Por David Zamora 22 de noviembre del 2014 - 19:31
Toreabilidad, un término ridículo y contrario a un toro bravo
Una casilla dentro de algunos cuadernos ganaderos y una exigencia por parte de ciertos toreros
Juan José Salmerón
Hay un término que en los últimos años no sólo ha entrado de lleno en el vocabulario de algunos aficionados, sino que además ha tomado poder a la hora de seleccionar el ganado en muchas casas ganaderas. Es más, es una casilla dentro del cuaderno ganadero y una exigencia por parte de algunos toreros. Incluso, se ha convertido en un adjetivo calificativo que muchos periodistas y críticos taurinos atribuyen a los toros en sus crónicas. La palabra en cuestión es "toreabilidad".
Pero esta palabra no es nueva. Quien la generalizó fue Ramón Mora-Figueroa, hijo del Marqués de Tamarón, que llegó a poseer su propia vacada, y más tarde, fue el consejero en la formación de la ganadería de Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio. Claro que el contexto de la época era bien distinto. Mora-Figueroa compró parte de lo que vendió Fernando Parladé en 1.914, en plena Edad de Oro. Es decir, que en una época donde el toro era otro y las aportaciones de Joselito y Belmonte estaban haciendo cambiar el toreo, su empleo no era el mismo que el que sufre hoy, muy degenerado.
¿Cómo puede hablarse de "toreabilidad" como cualidad del toro? El toro bravo ha de ser dominado antes que toreado. Se le torea cuando ya se ha hecho lo más difícil y meritorio, que es poderle al toro. Si apartáramos esa fase de dominio y pasásemos directamente a torear, el toro bravo sería un toro dócil. El toro ideal que les sale a muchas de las ganaderías que seleccionan con este criterio, es ese toro "colaborador" que las llamadas figuras del toreo exigen para realizar sus faenas sin complicaciones. Y cuando el toro no tiene "toreabilidad", no les sirve. Cogen la espada y que lo arrastren las mulillas. Ni se plantean enfrentarse a las dificultades que los distintos astados puedan presentarle. Quieren "toreabilidad" porque no quieren las complicaciones que da la bravura y la casta.
Estas dichosas peticiones que están acabando con gran parte del patrimonio genético de la cabaña brava. Se pierden encastes y ganaderías con personalidad porque los que más torean, no las quieren.
"Toreabilidad", con el significado que tiene hoy en día, es un término totalmente contradictorio con lo que es un toro bravo, ridículo e insultante para tan bello y valiente animal.